La mesa del comedor reúne a las familias para comer, beber café, debatir, sincerarse o contar cómo ha ido el día.

Sentarse a la mesa, normalmente, implica aceptar sus normas. Dependiendo de la familia, hay que sentarse recto, no poner los codos sobre la mesa o no hablar con la boca llena. En la familia de Carol, no se llora. ¿Hablar de sentimientos con tus seres queridos? No. En la mesa no. En ninguna parte. Nunca. No se habla de sentimientos.

En su documental En la mesa no se llora, Carol Nguyen pone a su padre, madre y hermana frente a una lente que los mira fijamente desde el otro lado de la mesa. Allí, brotan sentimientos que habían estado ocultos durante mucho tiempo. Esta familia, sumida en la confidencia, por fin deja que sus sentimientos salgan a flote.

Esta cineasta de origen vietnamita y canadiense navega entre la pena, la vergüenza y el apego, hasta que surgen sonrisas entre las lágrimas y el amor cura el dolor.

Un documental corto dirigido por Carol Nguyen
Producción: Carol Nguyen, Aziz Zoromba
Fotografía: Walid Jabri
Montaje: Carol Nguyen, Andres Solis
Sonido: Giulio Trejo-Martinez, Tim Horler, Alex Lane
Música: Arie Van de Ven
Traducción y subtitulación: Sara Gil Mateos y Rosselena Albornoz

Entrevista

Carol Nguyen | 99.media

Carol Nguyen Directora

“En la vida, puedes elegir con quién te juntas, a tus amigos o a quién amas, pero no puedes elegir a tu familia.”
  • Háblanos de ti en pocas palabras, Carol.


Soy una cineasta de origen canadiense y vietnamita. Nací en Toronto, pero vivo en Montreal. Creé En la mesa no se llora durante mi tercer año en la Universidad Concordia.

No Crying at the Dinner Table | 99.media
  • Muchos cineastas deciden hablar de su familia en su primer documental. ¿Por qué decidiste tú hacer algo tan personal?


Creo que todo el mundo puede sentirse identificado con un documental sobre la familia. Especialmente, cuando trata sobre una familia muy lejos de ser perfecta. Resulta un soplo de aire fresco en comparación con el cliché de la familia atractiva, impecable y sonriente en un jardín perfectamente cuidado. La televisión y el cine nos obligan a tragarnos esa imagen desde que tenemos consciencia.

Cualquiera puede sentirse identificado, independientemente de su historia, porque llevarse bien con la familia no siempre es fácil. En la vida, puedes elegir con quien te juntas, a tus amigos o a quien amas, pero no puedes elegir a tu familia. Por eso, muchos tenemos que cultivar nuestras relaciones familiares, lo que requiere tiempo y energía.

Personalmente, me ha costado mucho, y aún me cuesta, comunicarme con mi familia. Una mezcla de barreras culturales, diferencias generacionales y personalidades es lo que siempre ha dificultado que nos entendamos. Empecé a ser más consciente de ello en mi tercer año en la universidad, así que busqué maneras creativas de superar la situación. Así es como se originó el documental.

“El documental me dio una excusa para sonsacarles historias ocultas.”
  • Antes de empezar a grabar, suponemos que tuviste que explicarle a tu familia en qué consistía el proyecto y convencerlos de que participaran. ¿Nos cuentas cómo fue esta fase previa?


Mis padres siempre me han apoyado cuando lo he necesitado. ¡Incluso me dejaron montar un estudio cinematográfico en el garaje! Tuve la suerte de estudiar en un instituto de arte donde me especialicé en cine. Así que llevo haciendo películas desde los 15 años.

Cuando le conté a mis padres y mi hermana sobre mi proyecto, se metieron de cabeza. No todas las familias hubiesen estado tan dispuestas, pero mi familia sabe que mi cámara lleva formando parte de mí desde pequeña. Confían en mí como cineasta, al igual que como hija y hermana, aunque no nos imaginábamos que fuese a ser tan emotivo.

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  • ¿Abrirse delante de la cámara ha ayudado a tu familia a comunicarse con más libertad?


Sin duda. Nos ha ayudado a sincerarnos mucho más entre nosotros, pero eso no quita que siga siendo difícil. Nunca será algo que nos resulte natural, tendremos que seguir trabajando en ello conforme pasa el tiempo.

Ha sido una experiencia positiva para todos nosotros porque nos ofreció un espacio en el que contar nuestras historias a nuestra manera, sin interrupciones y en detalle. También pudimos concentrarnos en las historias de los demás, dejando las nuestras a un lado. Es algo difícil de hacer en la vida real sin que nadie te esté grabando, pero somos como cualquier otra familia. Vamos abriéndonos camino en el mundo poco a poco e intentamos entendernos los unos a los otros.

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  • Parece que a tu hermana y a tu madre les cuesta menos abrirse contigo y dar rienda suelta a sus emociones. ¿Qué hay de tu padre? En alguna ocasión se le empañan los ojos, pero sigue conteniendo sus emociones.


Creo que a los hombres asiáticos, y a los hombres en general, se les condiciona desde pequeños para que crean que mostrar sus emociones y llorar es una debilidad. Es incluso más patente en generaciones anteriores.

Los hombres que lloran no son «masculinos». Esto es algo presente en muchas culturas de todo el mundo y que empuja a los hombres a reprimir sus emociones o les crea un bloqueo que les impide saber qué hacer cuando necesitan expresar emociones que perciben como negativas.

He crecido en este mundo, pero no me rijo por sus reglas. Como dice la película de Pixar Del revés, creo que la tristeza es igual de importante que la alegría y la risa.

“Todos tuvieron que salir de la cocina, excepto el director de fotografía y yo.”
  • Creciste en una familia que no fomentaba hacer preguntas. Ahora tu trabajo consiste en hacer preguntas. ¿Ser cineasta te ha dado nuevos privilegios? ¿«Carol la cineasta» tiene algún tipo de armadura que la ayuda a avanzar sin miedo en un territorio en el que «Carol la hija y hermana» no se atrevería a adentrarse?


¡Qué buena pregunta! Por supuesto, en la vida real no habría hecho esas preguntas. Lo que ocurre en la mesa de la cocina en el día a día dista mucho de lo que se ve en el documental…

Sin embargo, el cine propicia estas situaciones. El documental me dio una excusa para sonsacarles historias ocultas. Al aceptar colaborar en este proyecto, mis padres y mi hermana se pusieron una «armadura», como tú dices, que les permitió hablar abiertamente y romper tabús que parecían imposibles en su vida normal. Delante de la cámara, sintieron una seguridad y confianza que les dio valor para abordar temas que las normas familiares y la cotidianidad no les habrían permitido.

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  • No trabajaste en solitario. Durante la grabación, la casa de tu familia se llenó con el equipo técnico… ¿Cómo conseguiste que no afectara a su habilidad para sincerarse ni interfiriera con la naturaleza privada de una conversación personal?


Éramos un equipo de seis personas: un director de fotografía, su asistente, un ingeniero de sonido, un técnico de iluminación, un asistente de producción y yo.

Durante las entrevistas, el micrófono estaba fijado a un mástil y las dos cámaras estaban en trípodes. Todos tuvieron que salir de la cocina, excepto el director de fotografía y yo. El resto de los miembros de la familia también tuvo que irse para que quien estuviera frente a la cámara pudiese expresarse con libertad.

La grabación duró cuatro días, pero yo ya había entrevistado antes a mi padre, mi madre y mi hermana, sin la cámara, para que nadie sintiese que iba a ciegas. Ya sabían exactamente los temas de los que íbamos a hablar.

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  • Vemos a tu hermana bañándose, a tu madre cocinando y a tu padre bebiendo té. ¿Por qué entrecruzas estas imágenes cotidianas con sus palabras?


Quería mostrar la normalidad de sus vidas diarias en contraste con las entrevistas cargadas de emotividad. Pone de relieve cómo podemos vivir codo con codo, bajo el mismo techo que nuestros padres o hermanos, sin tener ni idea de lo que están pensando o sintiendo.

  • Tu documental se ha visto en todo el mundo y ha participado en varios festivales. ¿Por qué crees que ha conmovido a tanta gente en varios continentes a pesar de sus diferencias?


Sí, es fascinante pensar en cómo este documental corto ha prosperado tanto. Nunca pensé que tanta gente vería un documental que hice cuando aún era estudiante.

Después de estrenar la cinta, me sorprendió muchísimo la cantidad de gente que se puso en contacto conmigo para contarme hasta qué punto veían a sus familias reflejadas en la mía. La mayoría eran migrantes de segunda generación.

De nuevo, la imagen de la familia amorosa que suele venderse en las películas, series y publicidad se desmorona y revela lo difíciles que pueden llegar a ser las relaciones familiares. Creo que mi documental trae a la pantalla una visión novedosa y sincera de las realidades de la vida familiar.

 

  • ¿Qué opinas de 99 y de que tu documental se vaya a traducir a varios idiomas?


¡Es increíble! Me gusta que mi documental pueda llegar a otras culturas y que 99 nos dé la posibilidad de descubrir documentales cortos más allá de los límites de nuestra lengua materna.

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