La pequeña Angela tiene seis años, es inocente, confiada y feliz con su madre, su padre, su hermano y su hermana. Nació en Bélgica y hace todas las cosas corrientes que hace cualquier niño: crea aviones de papel, sopla las velas de su tarta de cumpleaños, pinta arcoiris con acuarelas…
Su madre, Rose, susurra una oración por ella en wolof, la lengua del país en el que nació: Senegal. Sabe que las cosas siempre pueden cambiar, y reza para que Angela crezca feliz en Bélgica, a pesar de la forma en que algunas personas miran a sus hijos: con sospecha, por el color de su piel.
Dirigido by Niels Devlieghere
Cámara: Pauwel Billiau
Montaje: Louise Butter
Sonido, música: Simon Kremar
Traducción: Eva Ortiz Matute (Universidad Complutense de Madrid)
Entrevista
Niels Devlieghere Director
“A medida que me volvía parte
de la vida de Angela,
comencé a darme cuenta
de que los pequeños detalles en su entorno
se volvían tangibles e imposibles de ignorar”
- ¿Podría presentarse?
Tengo 28 años y vivo en la ciudad belga de Bruselas. Soy director y fotógrafo, y realizo sobre todo documentales. La idea de convertirme en cineasta, y mi amor por el cine, no surgieron durante mi infancia, sino que me llegaron cuando tenía unos 20 años.
A pesar de que no había tenido experiencia ni una carrera en el cine, sí que había tenido contacto con las cámaras desde una edad temprana, gracias a mis padres. Recuerdo que mi madre siempre solía tomarnos fotos a mi y a mi hermana, y me enseñaba cómo funcionaban las cámaras analógicas. Más tarde, cuando las cámaras de vídeo (de cinta) se volvieron asequibles, mi padre compró una, con la que mis amigos y yo solíamos grabar películas cortas. ¡Nos disfrazamos, construimos decorados y creamos nuestra propia versión de La guerra de las galaxias!
Durante los años que pasé en la universidad empecé a darme cuenta poco a poco de que quería hacer películas. Así que comencé a frecuentar un cine arte varias veces a la semana, y me enamoré de algunas de las cosas que vi allí. ¡A veces era la única persona en la sala, y tenían que proyectar la película solo para mi!
Terminé la carrera y me gradué como arquitecto. Dos días después de la graduación, realice el examen de ingreso al Royal Institute for Theatre, Cinema & Sound de Bruselas, y fui admitido. Esta vez sentí que estaba en el lugar correcto.
A partir de ese momento todo sucedió muy deprisa, lo cual es bueno. Me gusta vivir y trabajar de esa forma. En septiembre de 2020 me gradué con mi película Elong E’nabe.
- ¿Cómo comenzó el proyecto?
¿Cómo conoció a Angela y su familia?
Llevaba mucho tiempo pensando en este proyecto. Siempre había querido hacer una película que contase la historia de un lugar a través de las vidas de varios personajes. Esa era la intención inicial. Creo que la cinta todavía lo hace, en cierto modo, aunque quizá de una manera más sútil de lo que planeaba al principio.
Durante la fase de investigación visité con frecuencia las afueras de Bruselas, siempre en transporte público para poder charlar con la gente en el autobús o el metro. Una noche cogí el autobús y vi a una mujer sentada con sus dos hijos que se quedaban dormidos en su regazo. Esperé hasta que todos nos hubiéramos bajado del autobús y entonces me acerqué a la madre, Rose. Le expliqué quién era yo y qué estaba investigando para mi película mientras los acompañaba a su casa bajo una lluvia torrencial. Cuando llegamos a su casa, me invitó a entrar y tuve la oportunidad de explicarme un poco mejor.
Aquella noche terminamos hablando durante mucho tiempo mientras la familia entera cenaba sentada a la mesa. Había conocido a mucha gente distinta durante aquella fase de investigación pero ese fue el momento en que supe que ahí había potencial para contar una buena historia. Lo supe porque, mientras hablábamos del lugar en el que viven, Angela, su hermano y su hermana me contaron varias historias sobre cómo les percibían en público o sobre cómo algunas personas les trataban de forma distinta por el color de su piel.
Me llegó mucha información nueva, tanto experiencias buenas como malas, pero lo que más me impactó fue que estos niños estaban tratando con temas tan difíciles, y cuestionando su identidad, solo por el lugar en el que estaban creciendo. Me di cuenta de que sus vidas tenían un lado muy delicado, al vivir a diario con la discriminación y los sentimientos de pertenencia. Por otro lado vi como la madre, Rose, luchaba para crear un hogar seguro para sus hijos, donde estuvieran un poco protegidos de la realidad del mundo exterior. La dualidad de la situación me emocionó, y en ese momento decidí hacer una película sobre la vida de Angela.
- ¿Qué cambia cuando se rueda con niños?
¿Se muestran tímidos cuando hay una cámara alrededor, como hacen los adultos?
Cuando ruedo un documental siempre intento crear situaciones y escenarios en los que el sujeto se olvide de que estamos haciendo algo «importante». Siempre busco que la gente con la que trabajo se sienta lo más cómoda y natural posible cuando están delante de mí y de las cámaras, para que en una escena las cosas sucedan de manera espontánea en lugar de porque yo pida que alguien haga algo concreto. Eso no me gusta.
Mi método consiste en pasar mucho tiempo con ellos, a menudo varias semanas o meses, observando sus rutinas diarias sin interrumpir. Intento hablar mucho con la persona con la que trabajo, para conocerla y discutir ideas sobre la película que voy a hacer. Mis películas son muy íntimas y personales, y son el resultado de la interacción y la colaboración entre el sujeto y yo. Quiero que tengan poder de decisión sobre qué está bien y qué no. De ese modo creamos algo juntos, y se consigue un resultado con el que ambas partes están satisfechas.
En el caso de Angela, por ejemplo, pasé mucho tiempo despertándome temprano, yendo a su casa, desayunando juntos, tomando el autobús a la escuela, recogiéndolos de la escuela, cenando, haciendo la tarea, rezando, etc. Lo hice durante mucho tiempo, y también llevé conmigo a mi director de fotografía, Pauwel Billiau, para que también pudieran conocerlo.
Al final, cuando comenzamos a rodar y estamos filmando una escena en su habitación, por ejemplo, en ese momento ya están tan acostumbrados a nosotros que se han olvidado de que estamos ahí, por así decirlo. Y entonces es cuando suceden cosas naturales en una escena.
La escena con los aviones de papel es una pequeña excepción, porque hacer una escena a partir de ello fue más bien una idea que se nos ocurrió mientras jugábamos con ellos. Esa es la belleza de rodar con niños. Existe esa inocencia y ese carácter juguetón que te permite preguntarles si quieren hacer aviones de papel y lanzarlos directamente a la cámara y no lo dudan ni por un segundo.
- La película intercala intervenciones de Rose.
Se la escucha fuera de pantalla, «hablando» con su hija.
¿Podría contarnos algo más sobre este proceso narrativo?
La idea de la voz superpuesta se me ocurrió por las oraciones de Rose. Cada noche antes de irse a la cama, Rose llama a los niños a su habitación y todos se sientan en la cama mientras ella reza por ellos. Durante el periodo en que observé su vida cotidiana escuché muchas de estas oraciones. Me gustaban estos momentos porque era ahí donde los pensamientos, las preocupaciones y los deseos se transmitían con palabras. Estas oraciones íntimas me parecieron momentos excepcionales porque presencié cómo Rose es una fuerza potente pero silenciosa dentro de su familia.
Es una persona que haría cualquier cosa para ayudar y dar un empujoncito a sus hijos para que tengan éxito en la vida, y para que vivan felices. Pero gran parte de eso sucede tras las cámaras. Los niños no se dan cuenta de todas las pequeñas cosas que hace para que ellos tengan éxito. Rose no utiliza muchas palabras para expresarse. A veces transmite más solo con sus ojos y la manera en que mira a Angela, que le muestra los dibujos que ha hecho en el colegio. Esa fue mi percepción de Rose. Y quería trasladársela a la audiencia.
La decisión de añadir voz superpuesta llegó después de que hubiéramos terminado de rodar todo. Le estaba mostrando un primer corte del montaje y le comenté la idea. Le gustó mucho y comenzó a escribir un texto en su lengua nativa, el wolof, un idioma senegalés. Grabamos varias versiones, y lo añadí al montaje para ver si funcionaba. Después volvimos sobre ello y trabajamos un poco más con el texto y, al final, lo teníamos. Escribimos los textos juntos, pero la mayor parte vino de ella, porque le pedí que escribiera algo para su hija de la misma manera en que reza por ellos cada noche. Cuando teníamos la versión final, construí una pequeña sala de grabación con mantas y almohadas en su habitación, y Rose grabó allí la voz superpuesta.
- Rodó en formato 4:3, cosa rara en la actualidad.
¿Podría hablarnos más sobre esta elección?
La elección de esta relación de aspecto estaba clara desde el principio. Le dije a mi director de fotografía que quería mostrar la vida de Angela de manera íntima y cercana, por lo que sugirió el formato 4:3 u otros formatos cuadrados. Después de rodar una prueba descubrimos que funcionaba bien, porque como espectador la atención se mantiene en ella: no hay posibilidad de distracción, y eso es lo que queríamos.
Otra sugerencia de mi director de fotografía fue rodar todo desde la altura de la vista de Angela, de tal manera que pudiéramos adentrarnos todavía más en su mundo. Me gustó la idea, así que tuvimos que buscar soluciones pragmáticas para poder rodar a este nivel de manera cómoda durante un periodo más largo. Personalizamos algunos aparejos de cámara para que funcionara.
Esta forma de trabajar con un director de fotografía es muy estimulante, y fue la que empleamos Pauwel y yo durante todo el proceso de creación de la cinta. Para mi, Pauwel ha sido una parte muy importante de esta obra. También desarrolló una buena relación con la familia, y es la primera persona a la que llamaba cuando tenía una idea para una escena. No nos conocíamos antes de este proyecto, pero desde que hicimos esta película nos hemos vuelto buenos amigos, y también participará en mis futuros proyectos.
- En la cinta la política queda en segundo plano: las noticias en la radio mencionan a George Floyd, los niños hablan de racismo de manera indirecta, se enfocan las banderas de Flandes a través de la ventana de Angela. ¿Qué dice la película sobre Bélgica y Flandes en particular?
Al principio no tenía intención de hacer una película con un mensaje político concreto, pero a medida que me volvía parte de la vida de Angela, comencé a darme cuenta de que los pequeños detalles en su entorno se volvían tangibles e imposibles de ignorar. Son elementos que nos cuentan algo sobre el contexto en el que crece.
Los padres de Angela se mudaron desde Senegal hace 15 años porque la situación en su región se estaba tornando demasiado peligrosa. Llegaron a Bruselas, y tras vivir allí durante unos años quisieron dejar un apartamento caro en la ciudad y encontrar una casa en la que vivir que fuera más abierta y asequible, para empezar una familia. Así fue cómo terminaron en una región fuera de Bruselas, en la ciudad de Ninove. Aquí la vivienda es más accesible, hay más escuelas, buen transporte público y más vegetación. Esta migración de Bruselas, la capital, a la región cercana lleva sucediendo mucho tiempo pero se ha incrementado enormemente en los últimos cinco o diez años. Esta transición de las familias desde las grandes ciudades a las regiones circundantes también ha moldeado el panorama demográfico de Bélgica. Y esta situación trajo consigo muchos nuevos conflictos y fricciones entre los recién llegados y los «lugareños» que llevan toda la vida en estas «ciudades rurales». La gente que nació en estos lugares estaba acostumbrada a un ritmo de vida más calmado y local, lejos de las grandes ciudades.
En la última década han experimentado un cambio drástico, a medida que sus pueblos y ciudades eran habitadas por recién llegados con todo tipo de trasfondos, principalmente familias jóvenes para quienes vivir en un entorno más rural es más asequible que tener que pagar un costoso apartamento en la ciudad. En algunos de estos lugares los políticos locales vieron la oportunidad y comenzaron a hacer campaña con ideas polarizantes. Intentan ganar popularidad entre los «nativos» al transmitir una ideología que juega con la política de la identidad. Ganan más votantes convenciendo a la gente de que los recién llegados son una amenaza a su patrimonio, sus valores y su identidad como belgas.
El problema reside en que separan a dos grupos de personas, crean dos bandos que no eran opuestos en un primer lugar. Pero al convencer a un lado de que el otro llegará y lo invadirá todo, juegan con una emoción muy básica: el miedo. Y es jugando con ese miedo como muchas de las opiniones sobre los recién llegados cambiaron drásticamente en estos lugares, y más gente se acercó a los partidos políticos de derecha.
La llegada de una gran comunidad africana crea fricciones en muchos sitios porque gran parte de la población «local» ya trata con problemas como la pobreza a diario, y se siente amenazada por los recién llegados. Detrás de toda la situación se encuentra el miedo: ya no se sienten como en casa, se sienten abandonados, sobre todo por las autoridades sociales. Muy a menudo se trata de personas a las que les cuesta acostumbrarse a los cambios rápidos. Les encantaría volver a un tiempo pasado, y esperan que un día suceda.
Quiero recalcar que esta es mi percepción de la situación: he reunido información hablando con muchas personas distintas, y preguntándoles cuáles son sus experiencias viviendo en esta región. No es la verdad absoluta, pero es un fragmento de información contextual que puede ayudarnos a entender por qué algunas personas reaccionan al cambio de la manera en que ellos lo hicieron, y por qué la polarización ha tenido tanto efecto en lugares así.
Así pues, a medida que aprendía más sobre la situación en que Angela estaba creciendo, me encontré enfrentándome a muchos elementos que acarrean un peso político y social. Estos elementos son parte del hábitat de esta niña de seis años que se cuestiona su propia identidad y se pregunta si encaja o no en este lugar. En este momento, como cineasta, tuve que decidir cómo lidiar con estos elementos: y no hay una respuesta correcta porque se trata de cuestiones éticas. Hablé con mucha gente sobre qué opinaban de la ética de la situación y sobre cómo pensaban que debía retratar a la gente. Y de nuevo no hay respuestas correctas, solo más preguntas que surgen cuando comienzas a adentrarte más en este tema tan complejo. Sí hay varios elementos incorporados de manera sútil en la obra, porque quería mostrar al espectador cómo un entorno social se abre camino hacia la vida de una niña de seis años, y cómo tal vez sí o tal vez no se esté dando cuenta ya de todo lo que sucede. Para mi lo interesante era mostrar también el impacto que estas circunstancias tienen en su hermano mayor (10 años), su hermana mayor (14) y sus padres, para que el espectador vea cómo perciben estas circunstancias en distintas etapas de la vida.
La bandera de Flandes que se ve en una escena, por ejemplo, no se grabó para sugerir que los vecinos son nacionalistas, sino para aludir al lado político de la historia. Porque en el último año he conocido a mucha gente de esta región que ha tenido historias muy duras y emotivas, y estoy muy agradecido por todas ellas. Así que la bandera de Flandes colgando de la ventana… no está ahí porque los vecinos sean gente resentida que busca un conflicto. Para mí, más bien, cuenta la historia de cómo, en lugares concretos, estos contrastes tan extraños y distorsionados pueden surgir como resultado de las ideologías políticas y el miedo.
Durante el proceso de creación de la película también sucedieron eventos que eran demasiado importantes para ser ignorados. Por ejemplo, en mayo del año pasado el movimiento Black Lives Matter comenzó en Estados Unidos, y en seguida se volvió mundial. En aquel momento estábamos en el proceso de rodar una cinta que hasta cierto punto trataba de los mismos problemas. Presencié cómo esta familia percibía las noticias durante aquel periodo, y fue muy impactante para ellos, creo yo. Las protestas del BLM se recordarán siempre como un punto de inflexión en la concienciación sobre ciertos temas. Así pues, tras presenciar su impacto en la familia, decidí incluirlo en la película, pero con cierto matiz. Quería mostrar cómo percibe la madre estas influencias externas, ya que ella entiende el peso de las noticias que ve en televisión, mientras que Angela ve lo que sucede en la televisión pero tal vez no entienda completamente lo que significa. Me pareció que este contraste era interesante.
Definitivamente, en la película hay grados de diferencia entre lo que se muestra en primer plano y lo que se muestra en segundo plano, porque me pareció más potente centrarnos en la conexión entre la madre y su hija, y en cómo la madre protege a la niña del mundo exterior en cierto modo. Creo que funciona a otro nivel. Intenté hacer una película que no acusara a un grupo de gente concreto o a una ciudad específica, para que la película pudiera haber sucedido en cualquier lugar, para que más gente fuera de Bélgica pudiera identificarse con la historia. Busqué ese aspecto universal porque, al fin de cuentas, todos los padres quieren lo mejor para sus hijos.
- ¿Algún comentario sobre 99 y el subtitulado multilingüe de su cinta?
Es un honor que mi película sea exhibida en 99 porque es una oportunidad fantástica que un joven cineasta pueda compartir su trabajo con tanta gente en todos estos idiomas por todo el mundo.
Estoy muy agradecido de que exista una plataforma como 99, porque permite crecer a los jóvenes creadores, al apoyarles y al realizar la dura labor de traducir sus obras a todos estos idiomas. Al fin y al cabo, el lenguaje es la mejor forma de conectar.