El aislamiento en Quebec del Norte, como para Martha, de Aupaluk, Nunavik (población 200 habitantes) es normal. Tiene 16 años, su mejor amiga vive a 80 kilómetros, sin ningún tipo de camino que los vincule.

Su escuela le parece vacía, pero disfruta la calma. Pinta con colores brillantes, sola en un aula, soñando con la universidad y preguntándose sobre su futura maternidad. En su hogar cose parkas. En el frío árido, camina sobre la bahía congelada.

Se aproxima la primavera.

Dirigido por Sarah Baril Gaudet
Montaje: Justine Gauthier
Produción: Audrey Fallu
Diseño sonoro: Jordan Valiquette
Música: Wiktor Tyrchan
Graphic Designer: Trystan Millet
Traducción: Monica Ezekiel, Caroline Oweetaluktuk, Lidia Sánchez (Universidad Autónoma de Madrid)

Entrevista

Sarah Baril Gaudet | 99.media

Sarah Baril Gaudet
Directora

“El documental me permite
conocer gente y mundos
a los que sin él nunca
me habría podido acercar”
  • Háblanos sobre ti.


Mi pasión por el cine y la fotografía comenzó cuando era joven. Mis padres solían llevarme los domingos a ver películas quebequenses al cine de Rouyn-Noranda, la ciudad más poblada de mi región natal, situada al oeste de Quebec. Después, nos íbamos a comer y comentábamos la película que habíamos visto. Eso sí que eran buenos tiempos. A los 14 años, empecé a hacer cortos con mis amigos como proyectos escolares. Me encantaron todas las fases del proceso creativo, pero sobre todo la del rodaje, en la que pude aprender a usar bien la cámara y buscar un encuadre. En ese momento descubrí el poder comunicativo que tiene la imagen y su importancia en la trama.

 

A los 17 me matriculé en Bellas Artes en la especialidad de cine. Esos dos años me sirvieron para confirmar que quería dedicarme al mundo cinematográfico. Después, me aceptaron en la Universidad de Quebec, en Montreal, donde me especialicé en dirección de fotografía. Allí descubrí un género que apenas conocía y del que me enamoré rápidamente: el documental.

 

Soy una persona bastante introvertida, pero el documental me permitió (y me permite) conocer gente y mundos a los que sin él nunca me habría podido acercar. Trabajar como director de fotografía fue un reto bastante estimulante y me permitió trabajar con la realidad, sobre la que no tenemos mucho control. Cuando me gradué, gané un premio por mi primer proyecto de cortometraje documental llamado Allí donde vivo. Esta película marcó el inicio de mi trayectoria como director.

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  • ¿Cómo fue el rodaje de esta película?


El rodaje estuvo repleto de desafíos de todo tipo, sobre todo meteorológicos. En Nunavik, las tormentas y las ventiscas son muy frecuentes en invierno y pueden durar varios días. Tuvimos que planificar con precisión qué planos se iban a grabar cada día dependiendo de la temperatura. No había tiempo que perder, sobre todo cuando se avecinaba una tormenta.


También fue difícil establecer un calendario de rodaje, ya que teníamos que adaptarnos todos los días al lento  ritmo de vida de los inuits. Al principio, pensaba que eso sería un problema, pero al final resultó ser algo positivo que me permitió tener un mejor enfoque sobre la realización de esta película. De hecho, cada momento que pasé con Martha fue muy valioso y el ritmo lento de la aldea fue una gran inspiración a la hora de editar el documental. El tiempo que pasé en Aupaluk me enseñó que el ritmo frenético de nuestras vidas (y de algunos rodajes) no tiene sentido y que esta comunidad debería servirnos de inspiración.


Las entrevistas con Martha también fueron un gran reto. El único sitio donde podíamos grabar sonido de buena calidad era en un cuarto de la limpieza del colegio. Para mí era muy importante que Martha hablara en su lengua materna, el inuktitut, ya que forma parte de su identidad. Puesto que yo no hablo esa lengua, necesité un traductor. Sin embargo, unas horas antes de la entrevista, la persona encargada de la traducción se puso enferma. Por ello, decidimos hacer la entrevista de todos modos y que Martha nos tradujera posteriormente sus respuestas al inglés. Después, contratamos a otro traductor para la fase de postproducción.


Aparte de todos los desafíos encontrados, la experiencia de rodar en Nunavik me hizo darme cuenta de la realidad a la que se enfrentan esta gente y sus jóvenes, de los que sabía tan poco. Espero que con Allí donde vivo haya podido contar una historia que deje atrás los prejuicios y permita descorrer el telón que tapa la otra cara de lo que se muestra siempre en los grandes medios de comunicación.
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  • Tienes un estilo muy fotográfico, con planos fijos de larga duración. Esto nos da la sensación de que el tiempo pasa muy despacio en torno a Martha, aunque al final de la película hay señales de que se acerca la primavera. ¿Cuál era tu enfoque con respecto al paso del tiempo?


Tenía muy claro que tenía que mostrar el ritmo lento del pueblo a través de las imágenes y el montaje de la película. Por ello, como director de fotografía, opté por planos fijos de larga duración que permiten reflexionar sobre la inmensidad del lugar y el deambular de los jóvenes (en las calles, en los tejados, en la escuela). Al grabar planos generales daba libertad a los personajes para que se expresaran con total libertad y a la vez podía captar varias acciones en el mismo plano.


Esto también servía para mostrar la soledad de Martha cuando se siente perdida en la inmensidad de la tundra. Este paisaje nórdico, tan austero como majestuoso nos permitía transmitir las emociones de nuestra protagonista, y los planos generales nos sumergen tanto en el lugar como en el universo íntimo de Martha.

  • ¿Qué mensaje quieres transmitir con esta película?


Con Allí donde vivo trato de retratar de forma sensible e íntima la realidad de una joven inuit que se hace las mismas preguntas existenciales que los demás jóvenes de su edad, aunque viva en un territorio aislado. He evitado, de forma intencionada, abordar algunos de los problemas por los que Martha ha tenido que pasar, ya que considero que la realidad de los inuit se traslada a menudo de forma negativa y trágica a la pantalla. Además, como extranjero, también tuve que adoptar una actitud sensible y respetuosa con ella y con la comunidad de Aupaluk.


Quería que esta joven hablara con total libertad en mi corto, en el que nos cuenta en voz en off sus reflexiones sobre su vida cotidiana, sus intereses y sus preocupaciones. A través de la forma en que se ha grabado el pueblo y el paisaje muestro mi visión personal de su realidad y de la de los demás jóvenes. Al final, aunque Martha y yo vivimos en mundos totalmente distintos, pude conectar con ella a través de la compleja relación que tenía con su tierra natal. Yo también soy de una región bastante lejana, Témiscamingue, y por eso entendí sus problemas y supe cómo debía transmitirlos en pantalla.

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  • ¿Cuál será tu próximo proyecto?

     

Acabo de terminar la postproducción de mi primer largometraje documental, que se llama Passage. Es una película que trata sobre el éxodo rural, el apego a la tierra y la transición a la vida adulta. En ella podemos sumergirnos durante una hora y veinte en la vida cotidiana de Gabrielle y Yoan durante el verano en que cumplen 18 años en la región de Témiscamingue.


Este es mi primer largometraje y es algo muy personal para mí, ya que explora el territorio donde pasé mi infancia y mi adolescencia, a través de dos jóvenes adultos con diferentes ambiciones. Si todo va bien, Passage se estrenará para finales de 2020, si no en 2021.
  • ¿Quieres dedicar unas palabras a 99?

     

Esta primera colaboración con 99 llega en un momento bastante bueno para Allí donde vivo, ya que acaba de estar dos años de festival en festival. La adaptación multilingüe de esta película es una gran oportunidad para que tenga una segunda vida y llegue a un nuevo público.


La admirable y necesaria misión de 99 es democratizar el documental de autor, que sigue siendo un género poco reconocido en nuestra industria.

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