Cuando el Sr. Bharde trajo un pollito recién nacido, al pequeño apartamento en Bombay, este se ganó el corazón de toda la familia. Pero el pollito creció y se convirtió en un gallo, creando un caos terrible en cada rincón de la casa.
¿Cuál será el destino de este gallo?
El cineasta indio, Rishi Chandna, produjo su primer cortometraje documental llamado «Tungrus», el cual nos ha hecho morir de risa en varios los festivales. Ahora, ¡lo tenemos aquí para ti!
Dirigido por Rishi Chandna
Fotografía: Deepak Nambiar
Sonido: Vinit D’Souza
Montaje: Neha Mehra, Niranjan Rasne
Traducción y subtitulación: Raquel Villar, Rosselena Albornoz
Entrevista
Rishi Chandna Director
«En aquel entonces, vivía en un apartamento muy pequeño de una sola habitación en Bombay, con un gato, e inmediatamente empecé a imaginar cómo sería… ¡si también tuviese un gallo!».
- Háblanos de ti, Rishi.
Nací y me crie en Calcuta y ahora vivo en Goa.
Soy un cineasta autodidacta. Lo que estudié fue, en realidad, ¡la educación más aburrida! Negocios, contabilidad, marketing… No me preparó para el mundo en el que trabajo ahora pero aún así, ¡debo admitir que estudié eso durante años!
Por suerte, algunos de los lugares donde estudié tenían cursos adicionales sobre cultura y comunicación, estudios de cine, semiótica y realmente me empezó a interesar todo eso. En aquella época, se comenzó a transmitir películas en el Campus, porque un amigo mio tenía un disco duro con unas 500. Por supuesto, hoy se puede ver todo en streaming o descargar, pero en aquella época era diferente. Empecé a ver todas esas películas y me abrí a otras formas de arte como la música y la poesía.
Después de dos años en el mundo empresarial, renuncié a mi trabajo pero no tenía idea de cómo convertirme en cineasta. En India, la mayoría de la gente empieza como auxiliar de dirección, después tercer ayudante, después segundo ayudante y, por último, se convierten en directores. Pero en realidad, el puesto de ayudante no es un puesto creativo, es un trabajo de producción, así que no me entusiasmaba.
Luego, empecé a hacer «documentales de bodas» para mis amigos. No como los videos tradicionales de bodas que tienen entrevistas, tomas a cámara lenta y todas esas tonterías. Como eran mis amigos, tenía mayor libertar para grabar tipo cinema vérité. Ya sabes, viendo a la novia emborrachándose y vomitando o a la gente haciendo el ridículo
Después de estos vídeos sobre bodas, empecé a hacer anuncios publicitarios en Bombay. Vivir en Bombay es como estar en una escuela de cine, porque tienes que pagar las facturas. Entonces, uno de mis primeros trabajos como cineasta fue grabar entre bastidores de grandes películas de Bollywood. Ahorré dinero hasta que tuve un tema (Tungrus) y en el momento en que este tema salió, simplemente comencé a rodar la película.
- Hablemos de ello. ¿Cómo surgió la idea?
En 2017, un día mi esposa llegó a casa después del trabajo. Le pregunté cómo le había ido y me dijo que un amigo de ella, Sameer, le contó que había tenido muchas discusiones con su padre y que no se hablaban. Le dije: «¿Por qué?». Ella respondió: «Porque hace seis meses que tienen un gallo en casa y los está volviendo locos. Su padre quiere matarlo y comerlo. Pero Sameer dice que no, pues, ¡ya conocen a ese gallo!».
Ella casualmente me contó eso, ¡fue una conversación normal! Sentí mucha curiosidad de inmediato. Nunca había escuchado algo así. Bombay es una ciudad caótica y densamente poblada con 22 millones de habitantes, donde la idea del espacio personal es inexistente. Puede haber entre 8 y 10 personas de una familia viviendo en una habitación. En aquel entonces vivía en un apartamento pequeño de una sola habitación en Bombay, con un gato, y de inmediato empecé a imaginar cómo sería… ¡Si también tuviera un gallo!
Me pregunté: «¿Cómo es esta familia? ¿Qué irán a decidir? ¿Debería el gallo vivir o morir?». Tenían un gran conflicto, un gran problema que tenía que resolverse. Así que contacté a la familia a través de mi esposa y les comenté que quería grabar una película sobre eso, ¡y lo aceptaron!
- ¿Cómo fue el rodaje en la vivienda?
La familia me comentó que estaban a punto de cambiar de apartamento por uno nuevo. Se iban a mudar en un mes, así que me dijeron que podía grabar lo que quisiera antes de que se fueran porque tenían que decidir qué hacer con el gallo…Por lo tanto, tenía un mes, ese era el tiempo del que disponía.
Visité a la familia un par de veces sin llevar la cámara, solo para observar cómo se comportaba el gallo y cómo se comportaban ellos, saber cómo era el día a día. Luego me gané un poco la confianza y comenzamos a rodar durante ocho días con un equipo muy pequeño, por «equipo pequeño», me refiero a mí, un cinematógrafo con una cámara Canon vieja, prestada, sin luces y un sonidista. ¡De todas formas, era una casa pequeña! No puedía invadir la casa de alguien con un ejército de técnicos, es decir, personal de rodaje, con equipos y todo. Además, ¡ni siquiera teníamos el dinero! También porque estábamos grabando con animales y son muy sensibles, por lo que me preocupaba que los dos gatos y el gallo dejaran de hacer lo que normalmente hacían por culpa de nosotros, los «forasteros». El proceso consistía en que fuera sencillo, tranquilo, trabajar poco a poco y en silencio dentro de los límites del espacio.
No quería ser parcial, solo quería jugar el papel del observador tonto y que la gente viera la película y decidiera como sentirse. No quería alimentar a la gente con emociones, diciéndoles cuando se supone que se debe estar triste o alegre. Quise dejar que el propio cerebro hiciera el trabajo, ¿entiendes?
Es por eso que la cámara siempre estuvo puesta en el trípode. Hubiese sido más fácil seguir al gallo con cámara en mano. Pero creo que fue más desafiante quedarse quieto y en silencio, pero con un propósito humorístico.
«Bombay está superpoblada, abarrotada. La densidad poblacional es tanta que provoca el caos y eso conlleva a vivir situaciones extraordinarias».
- ¿Cuándo te diste cuenta de que esta película tenía potencial humorístico?
En el momento en que escuché sobre esa familia y su gallo, sentí que había algo realmente absurdo en todo eso. Hay muchos tipos de humor y siempre me ha atraído el humor negro, oscuro y socarrón, porque ese tipo de humor es menos directo, va más allá de lo superficial de la historia.
Sabía desde el principio que había algo más que ser divertido o chistoso, lo cual me permitió entender cómo grabar, editar y capturar ese tipo de humor.
- ¿En qué se relaciona India con tu película?
Esta es una película muy, muy de Bombay. Está superpoblada, abarrotada. La densidad poblacional es tanta que provoca el caos y eso conlleva a vivir situaciones extraordinarias. Es como una intersección entre lo insensato y lo mundano, ¿entiendes? India tiene mucho de esa intersección.
Como extranjero, quizá te parezca un poco excéntrica, un poco idiosincrática o un poco estrafalaria. Pero India tiene casi 2 billones de personas y no es como si fuese un solo país. En cada estado, el idioma es diferente, la comida es diferente, la cultura es diferente. Pero lo que perdura es el caos que da lugar a situaciones muy absurdas como las que se muestran en Tungrus.
- ¿Podría haber algún mensaje político detrás de esta situación absurda?
Bueno, me di cuenta tras grabar la película, que el gallo representa una alegoría política sobre «ser un forastero» en tu propio entorno.
Esta película habla mucho de lo que está pasando en India ahora mismo, porque hemos llegado a tener una situación política muy extrema en estos últimos 10 años. India se está enfrentando con un nuevo tipo de nacionalismo religioso, donde ciertos grupos no son bienvenidos o son considerados «forasteros», algo que nunca había sucedido en nuestra historia. Siempre habíamos sido un país muy abierto y secular.
En 2017, cuando grabé la película, vender y comer carne estaba prohibido en varios estados de India. Entonces, esta película se trata sobre la relación cultural con la comida y en India, esta relación estaba siendo restringida. Por lo tanto, creo que este mensaje político ya estaba en mi subconsciente cuando me sentí atraído por la historia.
- Según tú, ¿qué tiene de particular un cortometraje documental?
Un cortometraje es, definitivamente, una forma de arte que no es menos que un largometraje de ficción, un cortometraje de ficción o un largometraje documental. ¡Es, por supuesto, cine!
He conocido a cineastas de todo el mundo en festivales y les he preguntado: «¿Este es tu primer o tu segundo corto?». Y ellos han respondido: «¡Oh no, he hecho 8 cortometrajes documentales hasta ahora!». En India, un cineasta que hace eso no se le toma realmente en cuenta. Estarían en la bancarrota porque no tenemos un ecosistema para cortometrajes, menos todavía para cortometrajes documentales.
Imagina un país como India en el que se producen tantas películas cada año, la industria del cine es enorme. Pero no hay suficiente amor y apoyo hacia esta forma de expresión.
Pero para producir una película de ficción, se necesita mucho dinero. Hay que contratar a actores, tener personal, equipos, ropa, luces, maquillaje… Pero para un cortometraje documental, si se tiene suficiente dinero para costearlo uno mismo, pues se tendría la plena libertad. La libertad que tuve con Tungrus. Es incomparable.
Quiero hacer un largometraje, ya sea de ficción o documental, pero sé que no tendría la misma libertad creativa como artista. Así que digo: «¡Larga vida a los cortometrajes documentales!». Y un gran saludo a 99 por ayudar a los cineastas a llegar a nuevas audiencias.